La mano que mece
AA.VV.
La mano que mece es un ente animado y sin cuerpo que mueve los hilos detrás de las historias. Escribir siempre implica una amenaza: abrir una compuerta y que unas veces salgan cosas insospechadas, o que otras no salga nada, o que salga algo que queda a mitad de camino o suena repetido. La canción sigue siendo la misma. Pero en la paciencia y en la perseverancia, como un surfer que fue revolcado por las olas varias veces, se encuentra la corriente exacta por donde fluir y por donde la historia, y todos esos personajes que estaban condensados en alguna parte, se despliegan.
A veces, la amenaza persiste y queda enredada en la trama. Lo extraño, el otro que se separa diferente y perturba, es un tema recurrente en la literatura y en el arte. Por medio de la creación hacemos algo, o intentamos hacer algo, para integrar aquello que se proyecta hacia afuera como lo distinto: la tía muerta que quiere comernos, el increíble Hulk, gatitos criogenizados, un punga en el colectivo, una madre enojada, un niño desconocido que se nos acerca con preguntas y teorías, un kelper de origen africano o un lituano con ansias de suicidarse desde tu balcón, son algunas de las amenazas que vas a toparte si leés este libro.